Uno de los hombres más famosos en la materia era Samuel Pierpont Langley. Eso era lo que impulsaba su motivación. Era un apasionado de la aeronáutica desde su más tierna infancia, pero carecía de una causa que defender. Pero una cosa sí es segura: cuando estás en la cola del supermercado con todos esos artículos en los brazos, tu apio, tu bebida de arroz, tus Oreos y tus M&M, nadie puede ver en qué crees.